5.10.2007

Discurso de fin de semestre 6a generación "Prende" por Nurit Martínez Carballo



Buen día a todos ustedes.

José Morales Orozco, rector de la Universidad Iberoamericana

José Buendía, director ejecutivo de la Fundación Prensa y Democracia México

Gabriela Warkentin, directora del departamento de Comunicación de esta casa de estudios

Amigos y familiares que nos acompañan.

“El hombre no debe detenerse en ninguna etapa de la vida, debe estar siempre dispuesto a penetrar en un nuevo círculo”, dijo el escritor y pintor alemán Hermann Hesse en el mejor momento de su trayectoria. Después de cinco meses de estancia en la Universidad Iberoamericana ese es el desafío para la sexta generación Prende: integrarnos a un nuevo círculo.

Hasta ahora gran parte de nuestro trabajo se había guiado simplemente en la pasión por esta profesión que se llama periodismo, para muchos difícil de entender porque hay que brindarle casi 24 horas de todos los días de nuestra vida. Profesamos votos a tal grado, que para quienes estamos aquí, el periodismo se ha convertido en el motor de nuestras vidas, todo por el deber de informar.

Los diez becarios del Verano 2007 en conjunto, acumulamos hasta ahora la nada despreciable cifra de 115 años de experiencia que se traducen en más de 100 mil notas, reportajes, entrevistas y crónicas realizadas y publicadas para distintos medios. Hemos utilizado la suficiente tinta y papel para tener aseguradas, por lo menos, las ediciones de cinco años y medio de la sección principal de un diario nacional.

Hemos combinado en innumerables ocasiones sólo 28 letras del alfabeto –primero en máquinas de escribir y luego en modernas computadoras- para transmitir lo aprendido en la calle: saber que la gente puede hablar con los ojos, que sus palabras miran y sus miradas piensan.

Todo lo hemos conseguido primero de la mano de los maestros del periodismo, luego copiando frases y temas; y luego nos atrevimos a proponer nuestra visión de la realidad al ubicar en los medios una agenda que creemos interesante para todos y también, por supuesto, que venda pues es la forma en que se sostienen las empresas en las que nos encontramos. Es un punto que hay que considerar pero que no debiera convertirse en rector de nuestro trabajo.

Más de un siglo de experiencia periodística entre todos nosotros. Suena a mucho, más cuando volteo y veo que en los últimos cien años en la historia de la humanidad ha ocurrido toda una revolución en los medios.

Desde la creación de la rotativa offset y los primeros experimentos de los impresos a color, hasta el mundo de la tecnología que avanzó rápidamente de la radio, a la televisión y de ahí al internet, los blogs y pod cast. Lo que viene, dicen, la combinación de todo lo anterior, lo que los teóricos llaman “multimedia”.

Sin duda interesante. Pero ese modelo desenfrenado de la información al momento, provocado por la rapidez de la tecnología y la competencia comercial entre medios, fue lo que animó a más de uno de nosotros a buscar un momento de reflexión.

Por eso pedimos espacio y tiempo a las empresas, medios y jefes de información para analizar lo que hemos hecho hasta ahora, para evaluar en promedio 11 años de actividad, es decir, reconocer en ese periodo los aciertos, pero también los principales conflictos a los que nos enfrentamos en el día a día en las redacciones, e identificar las debilidades de nuestro desempeño.

Pero sobre todo, para vislumbrar la posibilidad de refrescar nuestras mentes y por tanto nuestra labor, de tal modo que sea más efectiva y adecuada a los tiempos modernos.

Pensar pausado pero de forma inteligente para volver a salir a la calle con un único propósito: dar voz a lo que nunca han tenido voz y que es diferente a convertirse en voceros de quienes tienen los medios y recursos para hacerse escuchar.

La sola reflexión de valores como la veracidad de la información, la responsabilidad ética, el servicio a la comunidad, el secreto profesional en el manejo de las fuentes, el derecho a la información, la obligación de rectificar y ahora más que nunca la solidaridad gremial, son temas en los que aún hay mucho que decir.

Nosotros, al igual que lo han hecho otras cinco generaciones llevamos un paso adelante en ésta reflexión, tan sólo porque nos hemos sentado a escuchar opciones para enfrentar todo ello.

El tiempo que se ha dedicado en los talleres, seminarios y conferencias en estos cinco meses nos han permitido entrar en un ejercicio de autocrítica de nuestra labor y ahora, el siguiente paso, es la rendición de cuentas.

El maestro Javier Dario Restrepo nos ha dicho que hasta ahora la deuda del periodismo con la sociedad es que no ha podido convertirse en la ruta para abrirle los ojos a la gente y que conozcan sus propias posibilidades.

Por ello no debemos dar entrada al periodismo de auto satisfacción en donde no queda nada por eliminar y auto criticar. Lo peor que nos puede pasar a cada uno de nosotros es tenerle miedo a la palabra, no ir a la búsqueda de lo óptimo, de la excelencia de nuestro propio trabajo.

Otro maestro, Kapuscinski, lo interpretó de la siguiente forma: “los cínicos no sirven para este oficio” y eso implica una preparación constante, leer todos los días, estar al tanto de las innovaciones científicas o tecnológicas, de los hallazgos históricos, de las relaciones del poder y hasta de la vida íntima que tenga impacto en lo público de los actores políticos, sociales, económicos, del deporte y el entretenimiento en nuestro país.

Pero no nos confundamos. La mayoría de las veces nos complicamos al tratar de encontrar y destapar grandes cloacas del poder y en el camino perdemos de vista los mayores problemas de la gente: su cotidianeidad.

En la medida en que nuestro quehacer periodístico le sirva a una mujer para tomar la decisión de ir o no a realizarse un examen médico que le prevenga una enfermedad, o nos encontremos con la historia que nos permita poner una pieza del rompecabezas en la construcción de un México en democracia y sin corrupción, nos estaremos acercando a los estándares profesionales que la Fundación se ha propuesto diseminar con su propuesta de indicadores de calidad.

Esta sólo se expresa a través de un lenguaje sencillo y claro. Así se le habla a la gente a los ojos.

Es nuestro privilegio que la descripción o narración sea nuestra herramienta de trabajo, pero hay que hacerlo con calidad y esto implica salpicar un relato con datos históricos, citas que hagan saber a la gente que eso que le afecta no sólo pasa en su ciudad, sino que hay otras personas que viven lo mismo y quizá encontraron opciones para mejorar su situación.

Se trata de ver en los indicadores e informes oficiales no sólo números, sino rostros, manos y pasos a esa parte del México en el que vivimos.

Formamos parte de aquellos que hacen la “talacha”, pero ahora comprendemos que no podemos continuar ofreciendo sólo melodramas de la vida nacional --eso está reservado para la televisión, para las telenovelas--, sino que debemos retomar en la narrativa, en la historia del país, los trozos de información que enriquezcan la prisa de los medios de comunicación.

Tal como lo hicimos al llegar hace cinco meses, los becarios Prende queremos agradecer a la Universidad Iberoamericana y al rector José Morales Orozco, la enorme oportunidad que se nos dio de volver a ser universitarios.

En este obligado repaso quiero extender nuestra gratitud a la planta de académicos de la Universidad y a todo el personal del programa de intercambio por su ayuda para hacer cómoda y segura la permanencia de nuestros compañeros visitantes.

A la Fundación Prende y a Pepe Buendía nuestra gratitud y reconocimiento por ésta difícil labor de provocar al interior de los medios de comunicación la discusión sobre la necesidad de que los reporteros y periodistas podamos transitar a un periodismo de mayor calidad del que todos saldremos beneficiado.

La permanencia en la universidad, las aportaciones en las actividades Prende y también el intercambio de café y uno que otro pisco peruano entre los becarios, nos permitió examinarnos, pero a la vez exigirnos liberarnos de tabúes, vicios arraigados, poner en tela de juicio las tradiciones y emprender caminos distintos.

En poco tiempo nos sumaremos de nueva cuenta a la vorágine de nuestros medios y aprovecho para reiterarles el respaldo que nos otorgaron.

Volveremos a las redacciones, donde será amplia la expectativa por ambas partes.

El tiempo ha sido provechoso puesto que la diversidad y variedad de medios y entidades de los que provenimos los becarios que asistimos a este curso también significó un aprendizaje.

Comidas, tradiciones, costumbres, formas y tonos al hablar, todo ellos distintos, que se enriquecieron aún más con la visita, por primera vez en la historia de Prende de un becario extranjero. La intensidad de intercambio ha llevado al peruano a hablar como veracruzano y al veracruzano como sudamericano. Las norteñas se transformaron en chilangas y la dupla potosina conoce mejor ahora la ciudad que quienes vivimos aquí.

Pero ésta oportunidad que nos ha brindado Prende y la Universidad -- aún en los paseos robados a las tareas y exámenes-- han servido también para hablar durante días enteros lo que sucede en los medios de 6 estados de la República.

Estas situaciones y otras que han implicado la paciencia de nuestras familias a quienes también hay mucho que agradecer hicieron que en medio de todo ello surgieran reflexiones y la necesidad de contar con talleres como los que ofrece la Fundación.

El escritor es el que se ha adueñado del mundo de los sueños y tenemos el privilegio de que parte de la realidad ha sido reservada para el periodismo. Nuestro reto es contar ese mundo con lenguaje similar al de una platica de café, aquí una propuesta para Prende.

Y surge aquí también la propuesta de que las escuelas de periodismo incorporen discusiones sobre la ética periodística, conozcan las herramientas del periodismo de investigación, o bien, tengan como puntos de partida los mecanismos de acceso a la información. Que desde los primeros años de formación participen en el debate de estos temas del periodismo de calidad.

La mejor forma de retribuir a Prende y a la Universidad por estos cinco meses será con nuestro trabajo y antes de dejar este micrófono no quiero pasar de largo la labor del personal en la Fundación , a Raúl, Regina y Miriam, pero en particular, resaltar y agradecer profundamente a Marco Lara su dedicación, paciencia y enseñanzas.

Hace cinco meses llegamos con nuestras maletas y bolsas llenas de preguntas y espacio suficiente para llevarnos respuestas. Hoy nos llevamos muchas más preguntas y tareas de las que teníamos antes, es hora de trabajar. Es hora del cierre de ésta edición.