11.15.2006

Por un periodismo autorregulado

Verónica García de León Robles

¿Cuál es nuestra responsabilidad como comunicadores ante el rumbo que está tomando el país? ¿Cómo ejercer plenamente nuestra capacidad crítica e imparcial frente a los hechos cuando formamos parte del capital humano de corporaciones inmersas en las leyes del mercado y de la competencia? ¿Cómo evitar que la inmediatez y la necesidad de producir noticias vendedoras nos haga menos profesionales? ¿Cómo mantener nuestra distancia frente a los acontecimientos y no privilegiar intereses políticos o económicos en nuestras informaciones?

Haber mantenido por cinco meses distancia del quehacer informativo, permite de pronto hacerse este tipo de preguntas y observar con otros ojos la producción diaria de noticias de la cual formas parte como periodista. La oportunidad que ofrece la Fundación Prensa y Democracia, de crear este espacio y aderezarlo con los conocimientos de comunicadores experimentados, y con una formación académica en las aulas de una universidad, hace posible reflexionar sobre tu ejercicio y el quehacer de lo que se ha llamado el cuarto poder.

De pronto, es posible observar con mayor claridad que en el actual mundo de las noticias impera una ansiedad por exhibir eventos que tienen más la intención de vender que de informar, que si bien el gobierno ya no es el “censor” que solía ser en el pasado muchos reporteros padecemos de uno de los peores vicios, la autocensura, y que por falta de formación, eres –sin darte cuenta-- copartícipe en muchas ocasiones de violaciones a derechos humanos o bien colaboras en la conformación de las agendas de grupos de gobierno, políticos y empresariales.

En medio de esta libertad y reflexionando sobre la forma en que se utiliza es pertinente debatir cómo hacer que se ejerza con mayor responsabilidad, con más ética y profesionalismo por parte de los comunicadores ya sean reporteros, comentaristas, conductores, editorialistas, académicos o intelectuales.

También es urgente que la sociedad civil haga consciente que como principal consumidora de lo que se transmite a través de dichos medios tiene el derecho de exigir una mayor calidad en sus contenidos

LIBERTAD SIN CORTAPISAS

¿No una mayor libertad debería implicar también mayores obligaciones? Uno pensaría que esa máxima es aplicable en todos los ámbitos y no sólo cuando alcanzamos la adolescencia y nuestros padres nos lo recuerdan continuamente.

La realidad es distinta. En ocasiones, la lectura rápida de la primera plana de un periódico, algunos noticiarios radiofónicos y televisivos parece que implícitamente responden NO a esta pregunta.

La libertad se ha dado para los periodistas en el sentido de la posibilidad de publicar o transmitir eventos de toda índole, con una ley que permite un mayor acceso a la información oficial, con la posibilidad de acceder a una mayor cantidad de información de manera inmediata a través de Internet.

Se han multiplicado la cantidad de programas en radio y televisión, generando esto seguramente mayores ganancias para los concesionarios. Del otro lado ¿hay mejores contenidos?

En opinión del periodista José Carreño Carlón, los medios de comunicación son poderes fácticos que influyen de forma importante en el rumbo del país, sin contar con sistemas de rendición de cuentas ni con contrapesos para su actuación.

Transmitir una información que no aporta más que morbo, que viola el derecho a la privacidad e intimidad de una persona, que utiliza datos no corroborados, o para cuya elaboración no fueron consultadas las distintas partes involucradas ¿debería ser motivo de una sanción? Algunos opinarían que de ser así fácilmente podría caerse en abusos y violar el derecho a la libertad de expresión. Las preguntas ineludibles serían ¿quién regularía y quién va a regular a los reguladores?

Quizá deberíamos de impulsar a que todos los medios creen en su interior la figura de ombudsman del lector, que recibiera las quejas y denuncias de la sociedad respecto a los contenidos noticiosos. Obviamente, para que funcionara una figura que defienda el derecho a ser bien informado, del otro lado el lector en cuestión tendría que darse cuenta que determinado contenido no cumple con dicho cometido.

En este caso habría voces que, por dar un ejemplo, denunciaran excesos como la publicación en la portada de un semanario político del cuerpo descerebrado de una persona durante el desalojo de trabajadores del complejo siderúrgico de Lázaro Cárdenas, Michoacán. ¿La imagen violaba el derecho a la honorabilidad de la víctima o el derecho a la intimidad y privacidad de su familia? No lo cuestionamos, pues en ocasiones desconocemos los derechos humanos fundamentales

“El derecho a la información llega hasta donde aparecen otros derechos humanos”, afirma Marco Lara, periodista y fundador del Instituto para la Seguridad y la Democracia.

En el taller sobre Periodismo de Seguridad Pública y Justicia Penal, una de sus reflexiones fue: “la información es un bien público. Si una empresa vive de este bien público, debe retribuir a la sociedad la apropiación de ese bien con un manejo responsable de la información. Los periodistas somos instrumentos para la consecución de ese bien social”.

LLEGAR PRIMERO O SABER LLEGAR

¿Es necesario sacrificar la verdad a costa de una historia atractiva?

Vivimos en un mundo donde el valor de la rentabilidad económica impera, la mercadotecnia y la publicidad son herramientas en la tarea de superar a la competencia, adelantarse a ella y ganar audiencias que consuman más. No podemos sustraernos a esa realidad.

En el periodismo esto se traduce en tener noticias exclusivas, primicias y reaccionar inmediatamente. En la consecución de estos objetivos las nuevas tecnologías son aliadas importantes: telefonía móvil, computadoras, Internet. La transmisión simultánea del atentando contra las Torres gemelas el 11 de septiembre lo dejó claro.

No obstante, la inmediatez por ganar la noticia, por llegar primero y transmitir de forma paralela no incluyen en ocasiones un análisis concienzudo de la información.

Las televisoras que transmitieron el linchamiento de dos policías en Tláhuac, ¿contribuyeron o no al interés de amedrentar y tener notoriedad de un pequeño grupo? Los medios que diariamente cubrían las conferencias de las 6 de la mañana del ex jefe de gobierno Andrés Manuel López Obrador, ¿se preguntaron sino estaban siendo utilizados por el tabasqueño para montar su agenda política en los medios de comunicación? Es necesario, como comunicadores, ser conscientes del origen y las repercusiones de la información que nos toca transmitir.

Vale la pena recordar al sociólogo Anthony Giddens, quien afirma que los medios se ven “obligados” a favorecer contenidos que les garanticen altas cuotas de audiencia y de venta.

CONTRAPESO DEL PODER

Hace algunos meses en una conferencia sobre el papel de los medios en el actual proceso electoral, Carreño Carlón aseveró que éstos deben de escapar a la posibilidad de convertirse en actores que impulsan agendas particulares.

Varios ideólogos e intelectuales han criticado el papel de los medios de comunicación como herramientas que apoyan al sistema hegemónico político o económico para conseguir sus propios fines.

El sociólogo alemán Jurgen Habermas, por ejemplo, sostiene que la opinión pública no se configura mediante debates abiertos y racionales sino a través de la manipulación y del control. Para el teórico social y político, Noam Chomsky los medios no son sino una industria de las relaciones públicas a favor de los ricos y poderosos. “Y cuando la información es guiada para adecuarse a cierto plan de acción (político o financiero) se vuelve propaganda”.

Según Chomsky, para que la democracia sea realmente “democrática” los medios de comunicación deben informar de manera integral, ecuánime e imparcial y tienen que ser los guardianes del pueblo contra los abusos del poder. Pero en ambos aspectos, advierte, han fracasado.

Quizá tener presente lo anterior puede facilitar al lector entender las omisiones o énfasis de programas que pretenden informar. O bien puede permitirle ubicar en el sitio que les corresponde eventos que parecen fortuitos y casuales como la aparición de Rafael Guillén, alias Marcos, en determinados noticiarios televisivos y radiofónicos.

Debatir si un reportero o comentarista debe de ser objetivo en el trabajo que lleva a cabo es ocioso. Por naturaleza, en el ser humano hay una subjetividad implícita en el acto de observar e interpretar cualquier acontecimiento, o bien de elegir una información y no otra. La manera de crear contrapesos ante esto es con una metodología de trabajo mediante la cual se corrobore los datos que se usan, y se consulten distintas voces respecto a un tema dado.

Por otro lado, dependiendo del género periodístico de que se trate hay más o menos posibilidad de expresar una opinión, quizá la columna y la crónica serían los más abiertos en ese sentido. No obstante, ninguno excluye la importancia de dar información veraz y sustentada. Un periodista, como cualquier otra persona tiene una postura frente a eventos determinados y es válida hacerla explícita aclarando a su audiencia que lo que dice es “su personal punto de vista”.

Pero en ese sentido ha habido excesos que también solemos pasar por alto. Y nuevamente surgen las preguntas ¿es válido que el locutor de un noticiario que se transmite a nivel nacional califique a un político de asesino? ¿Por qué un semanario político se permite publicar como reportaje de portada y no en su página editorial la opinión de su reportero respecto a un candidato político? ¿No se confunde y manipula así al lector?

No se trata de ser purista, señalar con el dedo a otros sin antes hacer una autocrítica, ni pretender ostentar una verdad unívoca. Aunque mucho puede mejorar, hay grandes conquistas y periodistas ejemplares.

Por qué no plantearnos el reto de elevar la calidad de nuestro trabajo y buscar una mayor capacitación. Retomo la idea de un colega, autorregularnos siendo más rigurosos con lo que transmitimos o publicamos.

Como empleados de los medios, quizá es difícil ir contra la corriente pero qué tal cuestionar un poco más y no quedarnos con la versión oficial de nuestras informaciones. ¿Por qué no poner en la mesa de discusión la conveniencia y repercusiones de los eventos que nos toca cubrir?

Podemos empezar dándole un valor agregado a la información que cubrimos diariamente. El ejercicio periodístico no puede limitarse a transmitir discursos o ser vocero de nadie. Es necesario percatarnos de la repercusión social que tiene la información y de su poder de influir en la percepción de la audiencia.

Puede ser que de esa forma podamos también exigir mejores salarios y condiciones laborales, pues cabe mencionar que en este tema la situación tampoco ha cambiado para los profesionales de los medios de comunicación.

Recordemos que a la hora de firmar un contrato para trabajar en algún medio informativo no estamos cediendo nuestra libertad de discrepar y discernir ni nuestro derecho a ser mejores.

Ensayo que concursó en la beca académica Primavera 2006.

1 Comments:

At 11:06 a.m., Blogger Lefe Terapeuta en Medicina Alternativa said...

Estimada Verónica con el respeto que merecen las damas como usted, acabo de leer su cuestionamiento a Noticias vendedoras, de mi autoría.
Noticias vendedoras tiene por finalidad promover negocios de emprendedores de mi país, Perú, y de toda América, para afianzar su unidad y progreso, generar puestos de trabajo con la convicción que la fórmula para alcanzar la felicidad es compartir deberes y derechos. Ëste y no otro es el fin supremo de Noticias vendedoras para darle el tratamiento periodístico que todo esfuerzo emprendedor merece, salvo mejor parecer. Dios bendiga a usted
León Félix Castañeda
E-mail: felixescribe@gmail.com

 

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